La presentación del presupuesto 2025 por parte del presidente Javier Milei ha desatado un nuevo ciclo de controversia, revelando un enfoque que muchos críticos consideran extremista y problemático para la estabilidad económica de Argentina. Milei ha plasmado en su propuesta una visión audaz y profundamente influenciada por su convicción de que la austeridad fiscal es la clave para lograr el equilibrio macroeconómico.

En su discurso, Milei celebró con entusiasmo la eliminación de lo que denominó «31.000 ñoquis» del sector público, defendiendo que su objetivo es «achicar el Estado para engrandecer a la sociedad». Aseguró que este drástico recorte fiscal permitirá un crecimiento económico del 5% para el próximo año. Sin embargo, su propuesta de política fiscal presenta un enfoque procíclico: en tiempos de recesión económica, el recorte en el gasto público se profundizará, potencialmente exacerbando la contracción económica.

El presupuesto proyecta una inflación del 18% para 2025, con un tipo de cambio oficial que aumentará de 1019 pesos por dólar al cierre de 2024 a 1207 pesos para finales de 2025. Esta proyección implica una devaluación mensual del 1 al 1.5%, mientras que el gasto fiscal se ajustará en función del superávit primario necesario para cubrir la deuda. Según Milei, el pago de la deuda se colocará por encima de todos los demás gastos, incluidos los salarios estatales.

En su presentación, Milei introdujo el concepto de un «blindaje fiscal», describiendo una regla inquebrantable en la que el gasto público estará estrictamente condicionado por el nivel de superávit primario obtenido. Esta regla, según Milei, es un cambio de paradigma en la administración fiscal, donde el ahorro será priorizado sobre el gasto.

El secretario general de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), Rodolfo Aguiar, reaccionó enérgicamente contra las afirmaciones de Milei. Calificó su discurso de «verdadero papelón» y desafió la premisa de que la reducción del gasto público es una solución eficaz. Aguiar argumentó que la reducción del gasto en tiempos de recesión económica podría profundizar aún más la crisis, en lugar de mitigarla.

Milei, al igual que otros defensores de políticas de austeridad, ha adoptado una postura que refleja una visión fundamentalista sobre el déficit fiscal, equiparando la reducción del mismo con la solución a todos los problemas económicos. En este contexto, el presidente ha repetido el lema «achicar el Estado es engrandecer la sociedad», una frase que recuerda las políticas neoliberales implementadas durante la dictadura cívico-militar, a pesar de su declaración de que sus medidas son innovadoras y no comparables con las del pasado.

El discurso de Milei ignora el historial de fracasos asociados con políticas neoliberales en Argentina. Desde la crisis de deuda de 1981/82 bajo la dictadura, pasando por la crisis de la convertibilidad de 2001, hasta el colapso económico de 2018-2019 bajo Mauricio Macri, la historia reciente muestra una tendencia a crisis recurrentes asociadas con políticas de austeridad y endeudamiento. Milei no ha abordado cómo su enfoque podría evitar los errores del pasado, y ha omitido mencionar su propio historial como parte de las políticas neoliberales que criticó.

En suma, el presupuesto 2025 y el enfoque de Milei han puesto en evidencia una postura extremadamente rígida respecto a la economía. Mientras el gobierno promete estabilidad macroeconómica a través de un severo recorte fiscal, la realidad de la recesión y la posibilidad de profundización de la crisis económica generan preocupación entre economistas y sectores de la sociedad. La apuesta por un ajuste drástico en un contexto de baja actividad económica plantea un riesgo considerable, y la falta de flexibilidad en la política fiscal podría tener consecuencias negativas para el crecimiento y la estabilidad económica a largo plazo.