La Confederación General del Trabajo (CGT) vivió este miércoles una jornada de alta tensión en su sede de UPCN, donde se reunió la mesa chica ampliada para debatir la situación tras la reciente promulgación de la Ley de Bases y el retorno de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias. La reunión, que reunió a todos los sectores gremiales de la central obrera, reveló una profunda crisis interna y una falta de dirección clara ante los desafíos que enfrenta el movimiento obrero.

A pesar de la fachada de unidad que intentaron proyectar, las diferencias entre los líderes de la CGT fueron evidentes. La conducción del encuentro, liderada por el anfitrión Andrés Rodríguez junto a los triunviros Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, no logró ocultar las tensiones subyacentes y las divergencias de opiniones sobre cómo abordar la crisis económica y laboral.

La reunión se centró en el alarmante panorama actual: el aumento de suspensiones y pérdida de empleos, el deterioro de los ingresos laborales y el regreso del Impuesto a las Ganancias. Estos problemas se agravan con la reciente reforma laboral "light", que ha generado una ola de descontento entre los trabajadores.

A pesar del diagnóstico común, la CGT ha decidido no avanzar con ninguna medida de fuerza inmediata. Esta decisión, sin embargo, será revisada en la próxima reunión del Consejo Directivo el 25 de julio, donde se definirá el futuro del plan de acción que ha incluido movilizaciones masivas y paros generales en lo que va del año, como los del 24 de enero y el 9 de mayo.

En cuanto a la vuelta del Impuesto a las Ganancias, la CGT no planea una presentación judicial colectiva. En su lugar, se optará por acciones legales individuales por parte de los sindicatos afectados, aunque contarán con el respaldo simbólico de la central sindical.

Un punto crucial en la agenda de UPCN será la solicitud de un canal de diálogo formal con el gobierno. Se buscará establecer una comunicación directa con Julio Cordero, secretario de Trabajo, en un intento por abrir espacios de conversación que podrían resultar cruciales para el movimiento obrero.

Mientras tanto, las confederaciones sectoriales están comenzando a ganar relevancia, con agrupaciones como la CSIRA, CATHEDA, CATT y UGATT preparando sus propias estrategias. La CSIRA, liderada por Ricardo Pignanelli, dará el primer paso significativo este jueves con una reunión con Axel Kicillof y los gobernadores que se han opuesto al Pacto de Mayo y al RIGI. Este evento promete ser un acto político con fuerte resonancia sindical.

En resumen, la CGT enfrenta una encrucijada crítica: mantener una fachada de unidad mientras lidia con una creciente fractura interna y una falta de estrategia coherente. El futuro del movimiento obrero dependerá de cómo logren superar estas tensiones y adaptarse a un entorno político y económico en constante cambio.